miércoles, 4 de mayo de 2016

La importancia de nacer de manera correcta.

Antes que nada, queridos lectores, este pseudoartículo que voy a escribir no tratará de ser el azote de las conciencias. No, no quiero ir por ahí, aunque lo pueda parecer.
Esto es sólo una reflexión que yo mismo me he planteado esta mañana al poco de despertar. Siendo más concreto, en el momento que mi hijo me ha despertado pidiéndome el biberón.
Como todas las mañanas he ido a la cocina, he agarrado el biberón y he vertido leche en él. Lo he calentado, le he agregado cereales y me he puesto a dárselo. Con el primer sorbo y al comprobar su expresión de alivio al comenzar a saciar el hambre, me he preguntado qué sería de mí si no dispusiera de ese alimento para darle. Cómo sería el día a día de mi hijo, cómo sería su rostro, su expresión. Cómo sería si no tuviera esa ropa que por suerte tengo todos los días para ponerle sin repetir con el día anterior. Cómo sería su vida sin juguetes, sin que yo mismo pudiera tener alegría para jugar con él y tratar que sea feliz pues mis preocupaciones son otras, quizá no tan graves como si no tuviera todo lo descrito anteriormente.
Y es que si nos ponemos a pensar en todo ese tipo de carencias, somos tan radicales que enseguida nos imaginamos a ese niño de color, con la tripita gorda y rodeado de insectos que solemos ver casi todos los días en televisión. Obviamos de forma casi automática que esos casos en los que los padres no pueden proporcionar aspectos tan básicos y que consideramos tan cotidianos, se pueden encontrar tan solo a unos metros de nosotros.
Sí, puede que hasta en tu propio edificio hayan padres que no pueden proporcionar un mínimo de tres comidas diarias a sus hijos, ni quitándose ellos mismos el alimento son capaces de conseguirlo.
Eso me hace preguntarme qué factores tienen que ver para que esto ocurra. Olvidémonos de los gobiernos que despilfarran millones en gastos innecesarios, olvidémonos de empresarios usureros que explotan a trabajadores sólo con el objetivo de ver crecer su cuenta corriente. Olvidémonos de todo eso y centrémonos en un niño que acaba de nacer. Yo por ejemplo lo hago en el caso de mi hijo. Él tuvo la suerte de nacer con unos padres que, aunque no pueden darle caprichos, sí le pueden proporcionar lo mínimo para que tenga un desarrollo "normal". Pero, ¿y si hubiera nacido en otra familia sin esos mínimos recursos? ¿Y si hubiera nacido como miles de niños en este país, que lo hacen en esas condiciones? ¿Y si yo no le hubiera podido dar ese biberón esta mañana, o la comida que estoy a punto de darle?
Sé que vemos el problema de manera lejana, pero puede que sea un buen momento para pararnos y reflexionar sobre nuestra propia suerte. Sí, tenemos mucha suerte y no somos conscientes de ello.
Lo malo de todo esto es que pensamos que otros solucionarán el embrollo por nosotros y ahí nos quedamos. No quiero que lleguéis a entender que tenéis que sentiros mal por haber tenido esa suerte, ni mucho menos. Dad gracias por ello. Pero quizá en vuestra mano esté el aportar vuestro granito de arena de las mil millones formas que se puede. Si os paráis a reflexionar por un momento, una playa está formada por unos cuantos granitos de arena.
También os pido que no os toméis esta reflexión como algo demagógico, no lo pretendo.
Gracias por vuestra atención.

No hay comentarios:

Publicar un comentario